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noticia plazuelas mayo 20

 

Episodios de tensión en plena selva, como el encuentro con un depredador, son pasajeros y el cuerpo dispone de tiempo para recuperarse. En la vida moderna, dice Thomas Merton, un monje trapense (orden monástica católica), ensayista y poeta, los factores que causan estrés son de índole psicológica más que biológica y bombardean con frecuencia —al menos en el pensamiento— como un jefe déspota o conflictos familiares.

Lo han advertido médicos y neurocientíficos: si las reacciones ante el estrés perduran largo tiempo pueden enfermar al cerebro, dijo David Pineda Salazar, profesor del doctorado en psicología la Universidad San Buenaventura y del doctorado en ciencias básicas biomédicas de la Universidad de Antioquia.

El cerebro es vulnerable pero también maravilloso. El aspecto más fascinante de este órgano, el único en el planeta Tierra con capacidad para estudiarse a sí mismo, refleja los prodigios del córtex, que ha levantado pirámides y ha creado civilizaciones.

Esta zona del cerebro, explicó a este medio León Arango Barrientos, psicólogo clínico de la Universidad CES, permite planear, autorregularse, establecer distinciones entre pensamientos conflictivos, predecir las consecuencias futuras de actividades actuales, crear expectativas, entre otras “funciones ejecutivas”, cita. Y paradójicamente este centro localizado detrás de la frente otorga una ventaja única entre todas las especies de animales y al mismo tiempo una desventaja: esa capacidad de anticipar el futuro y de preocuparse por él, así como la de recordar el pasado y lamentarse.

El irreverente escritor Charles Bukowski lo dijo a su manera: “No son las cosas importantes las que nos perturban sino el cordón del zapato que se rompe en el momento inoportuno”. Por su parte, reza la Stanford Encyclopedia of Philosophy, Epicuro, el filósofo griego que hablaba de la eudaimonía, una especie de bienestar o realización, o de la ataraxia, es decir, el no sufrimiento, afirmó hace siglos que no es inquietante lo que nos sucede sino nuestra manera de entenderlo.

 

¡Atención!

Ante esto, ¿la meditación puede ayudar? Una mente serena, —no necesariamente feliz—, es uno de los objetivos de los métodos de meditación de las grandes tradiciones espirituales. La respuesta que esbozan Daniel Goleman y Richard J. Davidson, ambos doctores en psicología de la Universidad Harvard (EE.UU.), en su libro Rasgos alterados (2019), es: depende del tipo de meditación. Así, no se trata de una actividad única sino una amplia gama de prácticas que actúan de manera diferente en la mente y el cuerpo.

Estos dos doctores de Harvard usan la definición de “atención plena” o mindfulness, en la voz de Jon Kabat-Zinn: “La consciencia que surge al dirigir deliberadamente la atención —en el momento presente y sin juicios sobre el contenido de los pensamientos— al desarrollo de la experiencia”. Kabat-Zinn es profesor emérito de medicina y creador de la Clínica para la reducción del estrés y el Centro médico Mindfulness de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts.

También advierten que durante los últimos 20 años, el mindfulness se han convertido en una especie de solución para todo: bajar de peso, mejorar las relaciones o lograr eficiencia. Proclamas exageradas. Esta búsqueda —un llamado a la productividad—, en palabras de Arango, ha llevado a la aparición de cultos a la felicidad o al pensamiento positivo: “Ninguna emoción es negativa, todas se necesitan y es importante reconocerlas”.

Lo importante es aprender a reenfocar la mente hacia el momento presente.

La falta de conciencia en el aquí y el ahora hace que las personas se centren en las frustraciones y culpas del pasado o en la angustia y ansiedad del futuro.

Practicarlo suena fácil, pero no lo es: requiere disposición, disciplina y amabilidad consigo mismo.

 

La mente deambula

Pasa en todo momento, así que haga el ejercicio mientras come, mientras maneja o mientras está en reunión de trabajo. Pruebe tres formas básicas para traer su mente al presente de manera amable consigo mismo. Inhale y exhale en ciclos en los que cuente hasta diez; perciba cómo el aire ingresa por sus fosas nasales hasta sus pulmones, repita inhalo y exhalo.

Hágalo por algunos minutos al día, deje de deambular por el ayer o el mañana. Disciplinar su mente le ayudará a ser el mejor compañero que lo habita; y si estar desconcentrado o disperso lo inquieta, también servirá para disminuir los estados de malestar.

 

Fuente: El Colombiano